“NUESTRO ALTO HOSPICIO
CON MIRADA DE MUJER”
“Taller de Alfabetización Literaria”
Casa Nana Nagle
Iquique – Chile
2014
Virginia Dávalos Pomareda
Participa con sus poemas en el libro:
“NUESTRO ALTO HOSPICIO
CON MIRADA DE MUJER”
“SANTA
ROSA O LA NEGRA”
Cabalgaron junto al viento
dejando atrás las espinas del dolor,
desgarrando sus agudas raíces ,
desterrados de sus bosques,
lamentos por lo que dejan, aun así
prevalece la esperanza.
Pueblo que nace en las entrañas del salitre,
que surge en el polvo sangriento de la pampa,
con sacrificios construyen la luna,
taladran el sol,
forjan en el arenal su vida,
esculpen su propia muerte,
germina la estirpe de nuevos guerreros del sol.
Virginia Dávalos Pomareda
CADENAS
DE DOLOR
Yo te invoco a romper las cadenas,
que te atan al placer,
que la diosa te concede bondadosa.
Los
avatares del destino te llevan lejos,
tus ojos se ahuecan de tanto mirar sin ver,
ella te denigra, te humilla,
pisotea tus sueños se ensaña con tu cuerpo,
y no haces nada por detenerla.
la diosa blanca,
borra tus alas de pájaro perdido,
tu vuelo desorbitado choca con las estrellas,
destroza tu voluntad contra tu ser,
la angustia vulnera tu alma,
yo invoco a las fuerzas telúricas
que acudan al rescate,
de tu alma moribunda.
Virginia Dávalos Pomareda
OLIVAR
Como
oasis extraviado,
Sobre la tierra yerta,
Entre quebradas y lomas crecen los olivares.
Al margen de la cenicienta ciudad,
Se desparraman altaneros.
Bajo el signo maldito
de ser fruto de nadie.
Regados con agua impura,
su destino es la clausura.
En estas tierras soleadas,
el cielo anaranjado de la primavera de Hospicio,
trae
frescura incierta de páramos
desquiciados.
En el latido del viento atrevido,
solo pájaros cautivos pueblan este olivar
perdido.
Virginia Dávalos Pomareda
PAMPA,
PAMPA, PAMPA
El viento trae ecos de deseos inconclusos,
de voces diseminadas por columnas
de acero, es el pueblo que marcha certero,
hacia un futuro cierto.
Danza de mil colores sobre la pampa infinita,
El azul del cielo pregunta:
¿qué será de aquellos primeros rostros?
La sombra de los cerros responde:
¡sin duda la muerte los ha llamado
esparciendo sus raíces en suelos extraños!
Los otros, los de siempre:
seguirán
amasando el porvenir, con sol y sal
del desierto.
Virginia Dávalos Pomareda